Pentecostes

El Pentecostés para los Judíos
La palabra Pentecostés viene del griego (Pentekostos) y significa el día quincuagésimo (cincuenta). A los 50 días de la Pascua, de los judíos, celebraban la fiesta de las siete semanas (Exodo 34:22), estas fiestas en un principio fueron agrícola, se celebraba el inicio de la cosecha; la celebración estaba dedicada a la providencia de Dios en la misma.
Pentecostés, era un festival judío anual, también conocido como la “Fiesta de las semanas” o la “Fiesta de las primicias”, una celebración de los primeros frutos de la cosecha. La ley exigía que los varones judíos fueran tres veces al año a Jerusalén para celebrar las fiestas más importantes; la Pascua en primavera; el Pentecostés, siete semanas y un día más tarde, y la fiesta de los tabernáculos , al final de la cosecha, en otoño. En Levítico 23, se detallan las fechas y rituales del calendario de las fiestas judías.
Aquellos que se convertían al cristianismo el día de Pentecostés eran los primero frutos de una vasta cosecha de millones de almas.

El Pentecostés para los Cristianos
En el quincuagésimo día después de la Pascua, en la festividad judía de Pentecostés, que coincidió con un domingo, los apóstoles se reunieron para orar. Asimismo se encontraba presente junto a ellos la Madre de Jesús, y algunos otros cristianos (120).
Como a las 9 de la mañana de repente se oyó un ruido parecido al de un viento fuerte, y este sonido llenó la casa del monte Sión donde se hallaban los Apóstoles (el cenáculo de Sión donde tuvo lugar la Última Cena) y se les aparecierón lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Para las fiestas de Pascua y Pentecostés, en Jerusalén se reunían los hebreos procedentes de diversos países, los cuales habiendo vivido durante mucho tiempo fuera de Palestina, sólo hablaban los idiomas de los países donde moraban permanentemente. Muchos de ellos sintieron el ruido y se reunieron alrededor de la casa donde se encontraban los Apóstoles. Éstos salieron y comenzaron su predicación dirigiéndose a cada uno en el idioma de su país. Algunos quedaron asombrados, mientras que otros se burlaban, diciendo: "Están llenos de mosto”(embriagados de vino dulce).
Entonces Pedro, poniéndose de pie con los otro once apóstoles, alzó la voz y les habló diciendo: Varones Judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Más esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones. Y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu y profetizarán.
Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
De esta manera, podemos ver como cuando Pedro se refirió a los Postreros días, hablaba sobre la era de la Iglesia desde el Pentecostés, hasta el retorno de Cristo. (Esto lo puede ver en Hebreos 1:1,2); y representa la transición entre esta era y la era por venir.
Cuando Pedro hizo alocución a la frase Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, explica a través de ella, los extraordinarios acontecimiento del Pentecostés en terminos del derramamiento del Espíritu predicho en la profecía de Joel. El derramamiento del Espíritu en el antiguo testamento, había sido durante mucho tiempo reservado a los lideres espirituales y nacionales de Israel. Sin embargo, bajo el nuevo pacto, la autoridad del Espíritu se concede a “toda carne”, a todo el que se acoja a Él. De esta manera, todo creyente es ungido para ser un sacerdote y rey a Dios.
La Iglesia Cristiana se sabe que nace en la Resurrección de Cristo, pero se confirma con la venida del Espíritu Santo.
Al principio los cristianos no celebraban esta fiesta. en el siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de la cincuentena pascual.
Con el tiempo se le fue dando mayor importancia a este día, teniendo presente el acontecimiento histórico de la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles; y gradualmente, se fue formando una fiesta, para la que se preparaban con ayuno y una vigilia solemne, algo parecido a la Pascua.

Nacimiento del movimiento Pentecostés
Para fines del siglo diecinueve, en los estados del medio oeste de Estados Unidos de América muchos metodistas y otros creyentes simpatizantes del movimiento “Santidad” creian en la sanidad divina y el hablar en lenguas. Entre ellos figuraba Charles Fox Parham, universitario de dieciocho años de edad. Este creía en “el bautismo con el Espíritu Santo y con fuego”. Ya para el año 1891, predicaba que hablar lenguas extrañas, era una señal del bautismo en el Espíritu.
En el año 1900 Parham abrió el Colegio Betania de la Biblia en Topeka, Kansas con el propósito de propagar sus creencias. Enseñaba que Dios daría a sus seguidores el don de hablar otros idiomas, sin tener que estudiarlos, con el fin de hacer factible la evangelización de toda la tierra en poco tiempo. El Sr. A. G. Garr fue el primer hombre blanco que hablara “lenguas” en la iglesia de la calle Azusa en California.
La noche de Año Viejo de 1900 (diciembre 31, 1900), Parham y sus alumnos celebraron un culto para recibir el Año Nuevo. Agnes Ozman, una evangelista de treinta años de edad, pidió que “la impusieran manos para que recibiera al Espíritu Santo, pues deseaba salir a otros países”. Mientras Parham oraba por ella, se dice que “a ella le cubrió una gloria, y parecía que un halo se formara alrededor de su cabeza y cara”. Alegadamente, habló chino. Durante los días subsiguientes, aproximadamente la mitad de los treinta y cuatro alumnos, incluso Parham, hablaron “lenguas”.
Parham siguió predicando campañas en el medio oeste, Texas, la costa del Atlántico y Canadá, con campañas de trece mil y hasta veinticinco mil seguidores. Pasó sus últimos veinte años en Baxter, Kansas, donde falleció en el año 1929.
La expansión del movimiento empezó entonces con el "Avivamiento de la calle Azusa", iniciado el 9 de abril de 1906 en Los Ángeles, California, en el hogar de Edward Lee, cuando Lee experimentó "la llenura del Espíritu Santo" durante un culto de oración. El pastor responsable, William Seymour, también declaró haber recibido el Espíritu Santo el 12 de abril de 1906.
El 18 de abril de 1906, Los Angeles Times publicó un artículo al respecto de este movimiento en su primera página. Antes de la tercera semana de abril de 1906, los pocos, pero crecientes fieles del "pentecostalismo" habían alquilado una iglesia abandonada de la African Methodist Episcopal Church en el 312 de Calle Azusa y se habían organizado como la Misión de Fe Apostólica, ya que antes de esto, habían nacido en su corazón practicar aquellas cosas que los Apóstoles de Jesús habián practicado ya que estaban escritas en el Libro de los Hechos de los Apostóles.
Encontraron que el Hablar en Lengua (humanas que tienen significado, que el que la está hablando jamás la aprendió y angélicas, que carece de significado humano o que no se puede traducir y es cuando el que habla está totalmente conectado a Dios a través del Espíritu Santo) era una señal de "El Gran despertar de la Iglesia Cristiana" ya que por ser perseguida la Iglesia Cristiana y muertos sus seguidores por manos de la Iglesia Católica Romana se había apagado todo lo que se practicaba en la Iglesia Cristiana primitiva.

El Movimiento Pentecostal en Argentina
En el año 1915, en la ciudad de Chicago, Estados Unidos de Norte América, en la calle West Erie Nº 1350, funcionaba la Iglesia ASAMBLEA CRISTIANA REUNIDOS EN EL NOMBRE DE JESUS. A ella acudían todos los días un gran número de creyentes; los cultos se realizaban en italiano pues su membresía eran emigrantes de ese país. El mensaje de Dios llegaba poderosamente y penetraba en los corazones de aquellos que allí se reunían. Entre ese pueblo de Dios estaba Narciso Natucci, quien comenzó a sentir en su corazón el deseo de parte de Dios, de traer el mensaje de Dios a Buenos Aires. Había escuchado hablar de esta ciudad, pero no sabía donde quedaba, no sabía su idioma ni como llegar; pero el Espíritu Santo trabajaba en su vida y así una noche comunicó a su iglesia su deseo. La iglesia, juntamente con sus siervos, lo puso en oración.
En el año 1916 prepara el viaje, (no debemos olvidar que en esa época el mundo se encontraba en la llamada 1° Guerra Mundial) el hermano Narciso Natucci decidió visitar y despedirse de los fieles de las iglesia vecinas. Con esa intención llegó a la iglesia situada en la calle Jefferson 1713 en Gary Indiana. Al ponerse de pie para anunciar su decisión se sintió de parte de todos los creyentes la aprobación. Era indudable que esta comisión contaba con aprobación divina. Pero en medio de esta algarabía espiritual sucedió algo inesperado: Alguien se puso en pie, y visiblemente emocionado exclamó: "Yo también iré". Era Francisco Anfuso, el cual tenía un hermana en Buenos Aires. Describir la alegría que experimentaban esos hermanos es difícil, solamente aquellos que tienen experiencia en la obra del Espíritu pueden comprender lo que en ese momento sentían estos hermanos de la calle Jefferson en aquel día del año 1916.
Así llegaron el día 2 de Noviembre de 1916, al puerto de Buenos Aires, todo para ellos era desconocido. Solamente disponían de una dirección en el barrio de Villa Devoto, hoy Nueva York Nº 5067. Allí vivía la hermana de Francisco Anfuso, Rosalía Anfuso de Mingrino. estos dos hombres de Dios llegaron a la casa de la Familia Mingrino.
Villa Devoto estaba totalmente despoblada y solamente cerca de la estación había algunas casas y el resto eran todas quintas. Al darse a conocer fueron recibidos con gozo por los integrantes de la familia; para ellos todo aquello que escuchaban era nuevo, desconocido, pero entraba hasta lo más recóndito de sus almas, de tal forma que ocho días después de estar con ellos , se produce el primer bautismo del Espíritu Santo; antes del 31 de diciembre de ese año 1916 conocieron el mensaje y fueron bautizados más de 20 personas.
La obra creció con rapidez, de manera tal que a fines de 1917 hubo que trasladar la reuniones a un lugar más amplio y a tal efecto éstas prosiguieron en la casa del hermano Birrecci, Av. Nacional 5078, hoy Av. Salvador M. del Carril. En ese año muchas almas se entregaron al Señor. Entre los años 1917 al 1920 nuevas personas se agregaron al ya nutrido grupo de creyentes.
En el mes de febrero de 1920, la historia de la iglesia da un paso importante en la ampliación del conocimiento de las cosas de Dios pues llega al país el anciano Giusseppe Petrelli, escritor pentecostal, de cuya pluma saliero libros muy importantes. El anciano Giusseppe Petrelli constituyó a varios ancianos para hacerse cargo de nuevas iglesias, y a partir de 1922, se comienza a registra la apertura de varias iglesia en el interior del país.
A partir de ese momento, el movimiento Pentecostal ha crecido sin detenerse, y seguirá creciendo mientras esperamos la venida del Señor.

* (Este segmento de la Primer Iglesia Pentecostal de Argentina, fue extraido, de la pagina web de la Asamblea Cristiana, a los hermanos de la Asamblea nuestra felicitación y agradecimiento)


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